Año Jubilar

El año santo eucarístico de Valencia

Un año santo concedido a Valencia

En la tradición católica, el Jubileo es un gran acontecimiento religioso. Es el año de la remisión de los pecados y de las penas por los pecados, es el año de la reconciliación entre los adversarios, de la conversión y de la penitencia sacramental, y, en consecuencia, de la solidaridad, de la esperanza, de la justicia, del empeño por servir a Dios en el gozo y la paz con los hermanos. El Año Jubilar es ante todo el Año de Cristo, portador de la vida y de la gracia a la humanidad.

El Año Eucarístico del Santo Cáliz fue solicitado por Mons. Carlos Osoro a la Penitenciaría Apostólica para pedir que cada cinco años fuese declarado Año Jubilar del Santo Cáliz, con las prerrogativas anejas. La Santa Sede aprobó dicha solicitud, la cual se hizo pública el 28 de septiembre de 2014.

Con esta iniciativa se quiso promover el culto eucarístico en la Diócesis de Valencia y, también en cuantas personas se acerquen a contemplar y venerar la reliquia en este Año Jubilar quinquenal.

Con motivo de este Año Jubilar, el 6 de agosto de 2015, la Penitenciaria Apostólica concedió, a petición del actual Arzobispo de Valencia, Cardenal Antonio Cañizares, la Indulgencia plenaria para toda persona que participe en el Año Eucarístico del Santo Cáliz.

De esta manera, cada cinco años, la Archidiócesis de Valencia proclama este Año Jubilar cuya celebración comenzará el 25 de octubre de 2020 y finalizará el 28 de octubre de 2021.

El año santo 2020, “Cáliz de la Pasión”

La celebración del Año Santo eucarístico de este quinquenio lleva por lema “Cáliz de la Pasión”. El Sr. Cardenal Arzobispo D. Antonio Cañizares ha pensado este lema para poner de relieve, en primer lugar, la íntima relación entre la Pasión de Cristo y la Eucaristía, pues en cada Misa se hace memoria de la Pasión del Señor y se hace presente en medio de la Iglesia y el mundo. De este modo, cada vez que celebramos la Eucaristía, anunciamos la muerte de Cristo y proclamamos su resurrección, anticipando la gloria del cielo.

Las reliquias de la Pasión

El Santo Cáliz de Valencia, la Sábana Santa de Turín, los clavos que se conservan, las espinas de la corona…, son testigos mudos de la Pasión del Señor; ellos nos dicen que aquello ocurrió realmente, en un lugar y en un tiempo concreto. Se trata de objetos que se encuadran perfectamente en las costumbres de aquella época y nos recuerdan el cuidado y la devoción de quienes quisieron conservarlos para la posteridad.

Junto con el Santo Cáliz, la Catedral de Valencia custodia dos reliquias de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo: un fragmento, especialmente significativo por su tamaño, de la cruz de Jesús, llamada Vera Cruz, y una de las espinas de la Corona de espinas con que fue coronado, a modo de burla, por los soldados romanos.

La Vera Cruz

La Vera Cruz

El Santo Cáliz

El Santo Cáliz

La Santa Espina

La Santa Espina

La Vera Cruz

La catedral de Valencia conserva varios fragmentos de la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, y uno de ellos es muy notable por su tamaño, pues, en su origen, sería un listón de madera de unos 80 cm. de largo que ahora está distribuido en forma de cruz patriarcal.

Esta reliquia llegó a la catedral formando parte del depósito del relicario de los reyes de Aragón que hizo en ella el rey Alfonso V el Magnánimo en el año 1437. Este gran Lignum Crucis (árbol de la Cruz) fué llevado a Avignon desde Roma y allí fue entregado por el papa Benedicto XIII al rey de Aragón Martín I el Humano, que le había socorrido en un momento de gran peligro, dentro de las luchas causadas por el Cisma de Occidente en los siglos XIV y XV.

La historia de la Vera Cruz comienzo cuando la madre del emperador Constantino, santa Helena, recorrió la Tierra Santa entre los años 325 y 327, localizando y exponiendo a la devoción de los peregrinos los lugares donde estuvo Jesús, como la cueva de Belén, la casa de la Virgen en Nazaret y el monte Calvario y el Santo Sepulcro en Jerusalén. Según los historiadores de la época, en una cisterna se encontraron tres fragmentos de madera y uno de ellos fue identificado como el brazo izquierdo de la cruz del Señor, pues tenía la señal de un clavo y tenía adherido el rótulo con la inscripción “Jesús Nazareno, rey de los judíos” en hebreo, latín y griego.

La emperatriz dividió la reliquia primero en dos secciones, pero luego se debieron cortar varios listones de este madero, de los cuales se conservan tres grandes fragmentos que están en Roma, Santo Toribio de Liébana (Cantabria) y Valencia; el resto se ha perdido o está fragmentado en pequeñas astillas repartidas por todo el mundo.

Lo que nos dice esta reliquia

Concretamente, la reliquia de la Cruz nos debe hacer pensar, en primer lugar, en el sufrimiento que padeció Jesús cuando, siendo obediente a la voluntad del Padre, reparando así la desobediencia de la humanidad, “el pecado del mundo”, se puso en manos de los hombres, que no aprovecharon para su bien esta gracia divina, sino que intentaron destruirlo con la mayor crueldad.

También, la contemplación de la cruz de Cristo nos ha de llevar a pensar en nuestra propia cruz, que hemos de llevar con paciencia y amor, si queremos seguir a Jesús en el camino de la salvación; estas cruces de cada uno reúnen el peso del dolor de las enfermedades, los disgustos de la vida y, sobre todo, la carga de nuestro propio ser, que se resiente de las cicatrices del pecado y se resiste a cambiar a mejor, según el modelo de Jesús.

Pero, finalmente, la cruz de Cristo es para nosotros el signo de su victoria sobre el pecado y la muerte, tal como aclamamos en la liturgia del Viernes Santo: “Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo ¡Venid a adorarlo! no en vano, “la señal del cristiano es la santa Cruz”.

La reliquia del Santo Cáliz

El Santo Cáliz de Valencia suscita a la vez las sensaciones de admiración y escepticismo. El visitante se siente primero cautivado por la belleza del Grial; su forma perfecta y extraña, los detalles de oro y las perlas y piedras preciosas. El Santo Cáliz despierta a diario grandes interrogantes entre los que lo contemplan por primera vez.

Preguntas frecuentes
¿Es el auténtico?

Está demostrada su autenticidad como una copa que pudo estar perfectamente en manos de Jesús en la Última Cena. Tanto la arqueología como el conocimiento de los rituales judíos lo confirman, al contrario de lo ocurrido con otros presuntos “griales”. Por otra parte, el que Jesús lo utilizase está apoyado por una tradición muy verosímil, sin elementos fantásticos, y coherente con las características del Cáliz.

¿Qué valor tiene?

Como pieza histórica es valiosísimo, porque apenas quedan vasos como éste; hay uno casi igual en el British Museum de Londres y no se ha conservado entero ninguno en Palestina. Otra cosa es su valor religioso, pues se considera una de las mayores reliquias cristianas, sólo igualada por la Vera Cruz, la Sábana Santa de Turín o el Sudario de Oviedo. Pero su valor trasciende su dimensión religiosa cristiana, que es fundamental. El Santo Cáliz es un símbolo ecuménico, porque todas las confesiones cristianas hacen memoria de aquella Cena única, de la que el vaso es un vestigio tangible. A todos los cristianos habla de la entrega del Hijo de Dios por los hombres; todas las Iglesias pueden ver en ella un signo de la unidad y la paz que son los frutos principales de la Eucaristía.

¿Se ha utilizado en la celebración de la Eucaristía?

Debió utilizarse en los dos o tres primeros siglos, cuando los cristianos usaban cálices de vidrio, como uno muy especial, pero luego fue engarzado de forma que se venerase como reliquia y no como vaso litúrgico, al contrario de lo que se hizo con otros vasos de piedra antiguos, que se forraban interiormente de plata u oro. Recientemente fue utilizado por los papas san Juan Pablo II y Benedicto XVI en sus visitas a Valencia.

¿Se conserva íntegro?

Sí, aunque sufrió una fractura el 3 de abril de 1744, cuando era llevado al ‘Monumento’ del Jueves Santo conteniendo una forma consagrada. Cayó al suelo y se rompieron dos pequeños fragmentos. La recomposición de la reliquia se efectuó aquella misma tarde, en presencia de varios canónigos y del notario Juan Claver, que levantó acta de todo ello. Faltaba un minúsculo fragmento que no apareció. Ya no volvió a utilizarse para las celebraciones de Semana Santa.

¿Es el grial que buscaban los caballeros medievales?

Ésta es una tradición literaria centroeuropea que se inició en los siglos XIII-XIV, cuando el Cáliz ya se veneraba en el monasterio de San Juan de la Peña. La historia del Santo Cáliz de Valencia no tiene que ver con aquellas fantasías caballerescas, que desconocen nuestro sagrado vaso.

¿Qué simboliza?

El Santo Cáliz es un referente para toda la humanidad. Su misma conservación ya es un prodigio que invita a preguntarse ¿qué se ha visto en esta copa para preservarla, sobre todo durante los primeros mil años? El Cáliz es un símbolo de la presencia de Dios entre los hombres y de un sacrificio redentor.

La Santa Espina

En Valencia se conservaban varias de las espinas de la corona que los soldados romanos le pusieron a Jesús durante su Pasión, tal como lo relatan los evangelios (Mt 27,29; Mc 15,17 y Jn 19,2). En la catedral de Notre Dame de Paría se conserva el armazón o anillo de fibras vegetales que los soldados trenzaron y en el que metían tallos de una especie de acacia con grandes espinas que causan mayor dolor por el veneno que llevan.

El rey de Francia san Luis, en el año 1239, consiguió la corona de espinas que, desde Jerusalén y Constantinopla, había llegado a manos de unos banqueros de Venecia. Es posible que el círculo trenzado conservado en Paría sea sólo una parte de aquel instrumento de tortura, porque la huella del Señor en la Sábana Santa de Turín muestra heridas de las espinas en toda la cabeza.

El propio Luis IX, en el año 1256 envío una de las espinas a su pariente Jaime I el Conquistador, para que diera prestigio a la nueva catedral de Valencia que estaba ya en proyecto y, para conservarla con seguridad, se construyó el “reconditorio” adornado con preciosas pinturas murales que se puede visitar en la sacristía de la Seo valentina. Después de muchas calamidades, la única Santa Espina que se conserva en nuestra catedral es la llamada de Jaume Castelló y que está encerrada en una ampolla de vidrio con un cerco de oro con perlas y piedras preciosas, probablemente el mismo envase con que llegó desde París a la capilla de la reina Leonor, esposa del rey de Aragón Alfonso IV el Benigno (+ 1336) y luego al poder de otra reina, doña Violante de Bar, segunda esposa de Juan I de Aragón (+ 1396).

Recibe su nombre del canónigo Jaume Castelló que la entregó a la catedral de Valencia en 1422, junto con un bloque metálico que custodia una gran variedad de reliquias y otro vaso de cristal con un pequeño Lignum Crucis; todo ello forma el actual conjunto, sobre un pie de plata más moderno.

Lo que nos dice esta reliquia

Del mismo modo que la cruz fue el trono desde el que Jesucristo comenzó a reinar, la coronación de espinas fue su consagración como el rey mesiánico anunciado por los profetas. Ante esta paradoja, que rompe nuestros esquemas humanos, sólo cabe decir: “El amor hace cosas así”.

Pero la última palabra la tuvo el Padre, quien resucitó a su Hijo y hermano nuestro y lo estableció como Rey del universo y de la historia.

Sin embargo, la pasión de Cristo sigue completándose en nuestra propia carne, en su cuerpo, que es la Iglesia, como nos enseña san Pablo (Col 1,24). Las espinas con las que se atormenta el cuerpo de Cristo son todas las formas del “pecado del mundo”, las injusticias, la violencia, la humillación de los débiles y el desprecio por la vida. También, cada uno de nosotros clava en la carne de Cristo una nueva espina cuando dejamos la senda del amor y nos encerramos en el egoísmo, el materialismo y el odio.

Y, por último, vemos en la espina un signo de esperanza, una primicia de las joyas celestes que adornan la corona de Cristo en el cielo, pues nos espera una corona de gloria eterna, que debemos ganar con nuestro esfuerzo, aunque al final se nos dé por pura gracia (cf. 1 Co 9,25).

¿Cómo obtener la indulgencia?

El beneficio espiritual del Año Santo es el perdón de los pecados. Para lograrlo, el cristiano debe alcanzar la indulgencia plenaria, viviendo activamente el Jubileo y cumpliendo las disposiciones establecidas por la Santa Sede.

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Peregrinar

Peregrinar a uno de los templos jubilares

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Confesar

Confesión y arrepentimiento de los pecados

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Comulgar

Recibir la sagrada Comunión

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Orar

Orar por las intenciones del Papa

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Creer

Recitar el Símbolo de la Fe (Credo)

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Rezar

Rezar el Padrenuestro e invocación mariana

Durante la visita al templo jubilar, tras unos instantes de oración personal o haber participado en una celebración, terminamos rezando lo siguiente:

Oración por el Papa y sus intenciones

Concede, Señor, a tu siervo el papa Francisco
fortaleza, prudencia y caridad en el servicio
a la Iglesia universal. Amén.

Oración a la Virgen María

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos
de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora,
abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus
ojos misericordiosos; y después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito
de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oración del Señor

Padre nuestro…

Acto de contricción

Señor, Hijo de Dios, apiádate de mí que soy un pecador.

Símbolo de la fe (Credo)

Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del Cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo, nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió
a los infiernos, al tercer día resucitó de entre
los muertos, subió a los cielos y está sentado
a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.

Año Santo 2020

Cáliz de la Pasión

Cáliz de la Pasión

La Peregrinación

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La Indulgencia Plenaria

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