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Proceso de beatificación del padre Pedro Arrupe

Arturo Sosa SJ: “Hemos comenzado seriamente el proceso de beatificación del padre Pedro Arrupe”

Y la gente rompió a aplaudir. Una ovación cargada de sentimiento que pareció sorprender y emocionar al padre general, que había dejado el anuncio para el final. El evento era un encuentro en Bilbao con trescientos laicos y jesuitas del norte de la provincia de España, principalmente de la PAT Loyola, tierra natal de Arrupe.

Estamos todavía en el inicio del proceso, pero el cardenal vicario de Roma, Angelo de Donatis, ha dado el visto bueno a que la diócesis de Roma —donde falleció Arrupe— abra el proceso de beatificación. El Padre General pidió rezar por ello y la colaboración de cualquier persona que tenga información útil sobre la devoción a Arrupe, «un hombre de verdad arraigado en Cristo y entregado a la misión, cuyo mayor milagro es que estemos hoy aquí».

Antes de ese anuncio, el Padre General ofreció una charla en la que desgranó los principales retos a los que se enfrentan la Iglesia y la Compañía de Jesús. Desde una perspectiva de Iglesia, invitó a mirar la secularización como un oportunidad para «liberarnos de ser cristianos automáticamente». Señaló como desafío para la Iglesia «encarnar el Concilio Vaticano II», algo a lo que está respondiendo el papa Francisco. Apostó por la interculturalidad y la diversidad, así como por una Iglesia de comunidades abiertas a la situación real de las personas en ámbitos como la familia, el matrimonio, la orientación sexual, etc. Una Iglesia que sea capaz de escuchar a los jóvenes.

Para la Compañía de Jesús destacó, en primer lugar, la necesidad de «hacer vida la reconciliación de la que habla la Congregación General». También «crecer en sentirnos un mismo cuerpo», asumiendo que «cuando decimos ‘cuerpo de la Compañía’ no hablamos solo de los jesuitas». También animó a «crecer en cercanía a los pobres» por ser la cercanía a los pobres «la mirada de la fe, la mirada de Cristo».

Desde una perspectiva más institucional, habló de la importancia de la planificación apostólica desde el discernimiento en común. Y respecto a las vocaciones a la Compañía de Jesús, advirtió de que «es el Señor quien llama» y «a nosotros nos toca crear las condiciones para que se le escuche». Es la calidad de las comunidades cristianas la que hace que sean posibles las vocaciones a la vida cristianas, y, de igual manera, «es la calidad de las comunidades jesuitas —calidad apostólica, el que hagamos lo que decimos— lo que hace posible que haya vocaciones jesuitas».

Fuente: Infosj