1. La Vida Consagrada es una forma de vida que, desde el seguimiento específico a Jesús, y a través del servicio y la presencia en el mundo y en la Iglesia, sus miembros se realizan, humana y espiritualmente.
2. Los institutos de Vida Consagrada
Son comunidades de personas consagradas a Dios con el único empeño de seguir e imitar lo que Cristo vivió y predicó. Sus miembros:
Cada fundador ha tenido una visión muy particular al crear una nueva congregación. Los que optan por una u otra congregación religiosa tienen que saber identificarse con el carisma del fundador transmitido por dicha congregación.
La palabra "Carisma" viene de la lengua griega y significa algo así como el "don de gracia". Dicho en otras palabras: es el don, la gracia que Dios concede a una persona para provecho de la comunidad. Cada uno, según el don que Dios le ha dado, sirve a los hermanos en comunidad.
Los carismas se dan en todos los creyentes de la Iglesia.
Cuando se habla de "carisma de una congregación" se quiere significar cuál es la finalidad, la misión o identidad de un instituto concreto, cuál es su objetivo en la Iglesia y en el mundo.
Dedicarse a la enseñanza, a los enfermos, a las misiones, etc. con "carismas" específicos.
3. Misión de las órdenes, congregaciones o institutos religiosos
En síntesis, se podría afirmar: la misión de los institutos religiosos es cumplir en el mundo de hoy el programa de vida que trajo Jesús; su entrega, su anuncio del reino de Dios, su amor…
En las congregaciones religiosas se sientan las bases para que sus miembros puedan realizar un eficaz servicio de amor, mediante una determinada forma de vida espiritual y de entrega a los demás.
Hay congregaciones que realizan las más variadas actividades. Cada instituto religioso desempeña las suyas concretas. Todos los campos de trabajo de los institutos de vida consagrada quedan englobados dentro de estos tres grandes bloques:
3.1. Contemplativos:
Se dedican a la oración, al estudio y al trabajo dentro de sus comunidades (los monasterios). Su género de vida es de clausura, es decir, no abandonan sus comunidades sin motivo verdaderamente grave.
3.2. Institutos apostólicos:
Se dedican preferentemente a la predicación, a la evangelización, misiones, enseñanza, salud, pobres, enfermos, catequesis y, en general, a todo lo que contribuya a comunicar y proclamar el mensaje de Jesús.
3.3. Institutos seculares:
Sus componentes no se retiran de sus actividades normales, como pueden ser trabajo, estudio, familia, etc., sino que continúan viviendo las mismas realidades cotidianas y desde ellas viven la misión de seguir a Jesús en comunidad.
4. Gobierno de una Congregación religiosa
4.1. Reglas:
Como cualquier grupo humano, los religiosos también tienen unas reglas que regulan su vida de comunidad, si bien, ciertamente, hay una diferencia clara entre la reglamentación de los religiosos y cualquier otra.
Quien opta por Jesús de verdad, ve el auténtico significado que supone el tener unas normas concretas que contribuyen a hacerle más libre y más cercano a las realidades de Dios y de las personas en general.
La principal norma o regla de vida de los religiosos es el Evangelio. En él se encuentra la luz de la Palabra de Dios que estimula su caminar.
Existe, no obstante, una serie de normas concretas que orientan esa vida de comunidad y de fraternidad:
Código de Derecho Canónico:
En él se contienen las normas generales para todos los institutos de vida consagrada. Son normas de derecho universal y tienen validez para toda la Iglesia católica de rito latino.
Constituciones:
Son las normas propias por las que se rigen un instituto religioso. Cada congregación tiene sus constituciones:
4.2. Cargos al servicio de los hermanos y hermanas:
En cada congregación existe una serie de misiones o cargos que están concebidos, desde el principio de la Iglesia, como realidades al servicio de los hermanos. Los superiores alientan, desde su puesto, con la fuerza del Espíritu que actúa entre todos los religiosos, y animan a las comunidades, orientan y estimulan desde el servicio a los hermanos.
El principal "Superior" es Jesús. Mediante su presencia en la comunidad, intenta servir mejor con su vida a la causa del reino de Dios en el mundo de hoy.
Estos servicios son:
Superior General:
Es, después del Papa, el responsable de toda congregación en el mundo entero. A su vez, el Superior General está asesorado por unos consejeros generales.
Superior Provincial:
Cada congregación religiosa está dividida en Provincias religiosas. Cada congregación establece sus propias Provincias religiosas.
El superior Provincial tiene la responsabilidad directa de la actuación de una congregación en un país o zona determinada. También el Superior Provincial está asesorado por unos consejeros provinciales.
Superior Local:
Tiene la responsabilidad directa de servir a los hermanos de una casa determinada. Asimismo, el Superior Local está asesorado por unos consejeros locales elegidos por la comunidad.
5. Quién puede ser religioso
Todo cristiano está llamado a seguir el ejemplo de Jesús. Dentro de esa llamada universal a la perfección, hay algunos miembros de la comunidad de la Iglesia que, a través de la vocación, optan por un seguimiento de Cristo en la vida religiosa.
Para ser religioso o religiosa, por tanto, es necesario tener vocación a este estilo de vida: a estar dispuesto a compartir con los demás la propia existencia, a encontrar sentido a la vida en comunidad para el seguimiento de Jesús, a ser capaz de adoptar unos compromisos concretos de vida espiritual y material…
Los requisitos que se exigen para ser religioso o religiosa son:
- Ser católico/a, estar bautizado y confirmado.
- Tener vocación y recta intención.
- Tener buena salud psíquica y física.
- Poseer un carácter adecuado y madurez suficiente proporcionada a la edad.
- Tener cualidades suficientes para seguir el camino elegido.
- Estar soltero/a o viudo/a.
- Que la opción por la vida religiosa sea algo totalmente libre. Que la persona sea capaz de ajustarse a las normas de la congregación elegida.
6. Proceso para llegar a ser religioso/a
En primer lugar, tienes que descubrir en ti la llamada del Señor: la vocación. A través de ella entenderás tu misión de servicio a la comunidad y cuál es la voluntad de Dios para tu vida.
Para ayudarte a descubrir tu vocación te podrá orientar algún sacerdote, religioso, religiosa o cristiano convenientemente formado.
Una vez que haya realizado el oportuno discernimiento vocacional y descubierto la voluntad de Dios en tu existencia, tienes que dar un segundo paso, que es el de localizar un instituto de vida consagrada, en el que tú creas que vas a poder realizar la misión de servicio que Jesucristo te ha encomendado de manera particular.
Por lo general, tendrás que iniciar un contacto con la congregación que hayas elegido. Este contacto bien puede ser personal o bien por carta o correo electrónico.
Etapas:
Postulantado o Prenoviciado
Una vez mantenido un contacto más o menos largo pasarás al Postulantado o Prenoviciado, que dura alrededor de seis meses, o un año, según lo establecido en las distintas Congregaciones.
Finalizado este periodo ingresarás al Noviciado.
Noviciado
Es un periodo para conocer cómo es el instituto religioso al que pretendes ingresar: su estilo de vida, sus formas de apostolado, su historia, su espiritualidad, etc.
El noviciado tiene una duración de un año como mínimo y dos años como máximo.
Durante este tiempo reflexionarás, calcularás tus fuerzas, orarás, conocerás las ventajas de tal forma de vida religiosa y también sus inconvenientes…
Todo lo que aprenderás en el noviciado te lo enseñará un religioso que de manera especial te acompañará mientras dure tu época de novicio. Este religioso o religiosa es el maestro/a de novicios/as. Él estará a tu lado en este año, o dos años (depende de cada congregación), y te hará conocerte más a ti mismo y a la congregación a la que pretendes ingresar después del noviciado.
El noviciado es también un tiempo de formación. En este tiempo de formación convivirás en comunidad con otros compañeros que tienen tus mismas inquietudes de servir a la Iglesia y al mundo. La fuerza de Dios les ha hecho comprender que el servicio a los hermanos es el mejor de los caminos…
Tú irás profundizando en tu vocación. Irás clarificando mejor tu camino. Poco a poco tus dudas tendrán respuestas. En definitiva, te formarás para conocerte mejor en tu relación hacia Dios y hacia los demás.
En el tiempo de noviciado no adquieres ninguna obligación estricta con la congregación y por lo tanto, en cualquier momento puedes abandonar el noviciado; o bien, la congregación puede despedirte.
Profesión religiosa
Has estado uno o dos años en el noviciado. Ya conoces la historia, la espiritualidad, el estilo de vida de la congregación de la que pretendes formar parte. Has conocido los aspectos positivos y también los defectos humanos de los componentes de la congregación que has elegido. Igualmente has conocido tus propios defectos y tus buenas cualidades. Pero Dios ha podido más. Has decidido dar un paso muy importante en tu vida: quieres ser servidor de tus hermanos y de los hombres y mujeres de este tiempo. Dios y tú han hecho un singular pacto de amor: Dios te dará la fuerza de la fe. Tú pondrás tu libertad a su servicio, porque sabes que donde hay amor siempre hay más libertad…
Llega el momento de tomar una decisión bastante seria: optar conscientemente por ser religioso o religiosa, esto es la "profesión religiosa".
Ha llegado el momento de hacer la Primera Profesión.
Primera Profesión
Una vez terminado el periodo de noviciado satisfactoriamente, podrás hacer la primera profesión libre y voluntariamente.
Deberá ser admitido por el Superior Mayor.
Con la primera profesión te incorporas a una congregación religiosa como miembro activo y asumes todos sus deberes y derechos. Una vez que has hecho la primera profesión ya eres religioso/a.
La primera profesión es una profesión "temporal", esto es: cada año, el mismo día que has hecho la primera profesión, tendrás que renovarla. Podrás ir renovando la profesión (tu voluntad de seguir en la congregación) por un periodo de hasta nueve años. Llegados los nueve años como máximo de renovaciones temporales, tendrás que hacer la profesión perpetua o abandonar la congregación.
En la primera profesión asumes por primera vez y públicamente tus tres votos de:
Estos tres votos te comprometes a cumplirlos por espacio de un año, si son votos temporales, y para siempre, si sin votos perpetuos, que son los que se hacen en la profesión perpetua.
Profesión perpetua
A partir de la primera profesión, ya eres religioso/a.
Ha pasado ya cierto tiempo desde aquel emocionante día de la primera profesión. Ahora estás estudiando y formándote para el sacerdocio u otra especialidad técnica. Puede ser que ya estés insertado en una comunidad de vida, trabajo y oración. Cada año renuevas tus tres votos que estás viviendo en comunidad…
Con la profesión "perpetua" te comprometes definitivamente, de por vida, con Dios y con tu instituto religioso. Después de hacer la profesión perpetua, ya no tendrás que hacer más renovaciones temporales, sino que has optado de por vida por el ideal y seguimiento de Jesucristo dentro de la vida religiosa, para amar y servir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Para hacer la profesión perpetua se necesita ser admitido por el Superior Mayor.
Con tu profesión perpetua has optado de manera definitiva por seguir afirmando que Dios sigue presente en las realidades de nuestro mundo. Los demás son para ti tus hermanos, porque has descubierto que realmente Jesús nos hermana y que en verdad Dios es nuestro Padre…